Y sólo una gota llovió

Noche de bruma en mis ojos
mientras tu foto plegaba
y en el bote de desperdicios archivaba.
Tus mensajes uno a uno iba matando
mientras mi vista brindaba el último honor
con cada uno un pensamiento,
un momento,
un espasmo,
y no llovió.
Tus mail, tus cartas, tu libro,
el diario que te guardaba
las fotos de los caminos que planeamos transitar,
palabras, besos, promesas,
y los te quiero exactos que nos solíamos dar,
recuerdos, risas y planes,
ese suspiro de amor
todo todo fui enterrando
y no llovió
Uno a uno fallecieron las memorias, los fantasmas
uno a uno deslizaron el tobogán de los escombros,
poco a poco exorcicé los demonios que me abrumaban
Y no llovió
No fueron las promesas rotas
sólo el acto arbitrario del adiós
en tranquila ceremonia se alivió mi corazón
De último aquel zafirito que me regalaras
en la suave cajita de corazón
Y entonces… sólo una gota llovió

Sus manos mi tesoro

Sobre ellas descansa mi primogénita huella
de ellas surge mi primer beso de amor
a ellas el honor de mi alimento y mi sonrisa
por ellas conocí lo bello del perdón

Del bautismo y comunión fueron inicio
en sollozo temblor me dio al amor,
delineando una cruz suspirada en mi frente
regalándome su bendición

De ellas en balanceo sublime
pasaron las páginas de mi instrucción
iniciándome desde el Farewel de un Neruda compungido
a escribir sobre el amor

De ellas vi como surgían historias
de viajes, geografías y pasión
de ellas guarda como tesoro mi memoria
toda la magia del candor

De ellas mis primeros pasos
se abrieron al mundo con clamor
de ellas aprendí lo inexorable
de la verdadera protección

De ellas repasé mil de relatos
sobre Moscú, Paris, Puerta del Sol
relatos por los que conocí otros mundos
como si allí departiéramos los dos

Sus letras inspiradas me trajeron su esencia
desde una Rusia fría un 26 de noviembre
soplando desde lejos mis 17 velas
anegando mis ojos y haciéndolo presente

Erudito de alma, sus anécdotas de vida
se convertían en cuento de hadas a mis ojos
engalanando su pluma lo que era su vida
en limpia letra y plectro decoro

Cruzadas en sus brazos o arrullando mi tristeza
su elegancia infinita de movimientos sutiles
era bálsamo seguro a mi corazón urgido
de dádiva y lisonjas que me mantuvieran firme

Esas manos benditas se quejaban de torpes
al sostener en ellas mi bella descendencia
por temor a dejar una huella dolorosa
donde quería plasmar la caricia perfecta

Se me fueron de tarde a escribir en las estrellas
a arrojarme ramilletes de cristales fastuosos
manos blancas y suaves como polvos de reina
cómo quisiera sentirlas y despojar mi ahogo
las manos de mi padre, esas que tanto añoro.