
Suéltalo cariño, destrábalo,
libera el miedo al viento del norte.
Atrévete y di lo que se te ahoga entre pensamiento y alma.
Realiza cierta la idea de este binomio sin restringir deseo ni ánimo
y hazme razón de y para tu vida.
Abandonando la duda del desasosiego en el paseo de la esperanza,
sólo facilítame la señal que sacuda mi letargo forzoso.
Déjame respirar de tu felicidad mientras trasfundo a tu ser locura en dosis diarias de muecas enternecidas.
Observa en la penumbra cómo me mido a tu talla y me coloco a tu piel,
al compás de veinte suspiros enamorados que enarbolan ondeante esta libertad
y treinta caricias que con mi boca bautizan tu anatomía de sentimientos y pasiones.
Déjate amar y déjame ser el amor.
Brinda a tu vida la posibilidad de enseñarnos de lo que la dicha se compone,
trenzando cuerpos y sensaciones,
drenando un río de devoción que nos deposita conclusivo en la misma orilla.
Sólo prueba, amor, sólo atrévete…