Observando los versos de otros dedos,
en su juego de amor ilimitado,
me transporto a mis letras olvidadas
precisándome a esgrimir sobre lo amado.
Que no todo lo que amo tiene cuerpo,
pero si el sentimiento arrebatado,
que me lleva hasta parajes y destinos,
sentimientos, olvidos y pecados.
Y así todo confluye allí en tu nombre,
universal como el nombre del creador,
aunque ateo es mi sentir por ti, en momentos,
cuando no me solventas tu pudor.
Y mi sueño te sitúa en el paraje,
y de golpe te envuelve en mi sudor,
y mi sueño te bautiza en mi pecado
no obedece mi sueño ante tu ardor.
El olvido es lo único que puede
de mi sueño despojarte la autoría,
porque en ellos, aunque goce tu presencia,
se convierte mi pasión en mi agonía.
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