Que se antoje la noche y desfile inadvertida
sin penetrar las sombras de mi mente sagaz
sin trasladarte a mi, que me agarre dormida
y no permita el cielo que te logre anidar.
Cae triste el sereno y se levanta la luna
comienzo mustiamente de nuevo a divagar
a hurgar entre las réplicas que no me da tu ausencia
a querer idearte para no padecer más.
Que se despida el alma del nido que vaciaste
que se obligue mi esencia a no sentirte ya
que eres huésped prohibido de mis horas infaustas
que eres ansias de vida que no me puedo dar.
Que no me dé lamentos y que no haya inflexiones
que el pensamiento leve mis pupilas al mar
que en ellos deposite mis aguas contenidas
y en suspiro infraganti al fin quede vencida
y halle así de una vez, que no habitas mi vida…
ya tu amor no es mi norte, mi vela, ni mi lar.
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